En muchos países el futbol no sólo es un deporte, sino una forma de vida. Además de ser un deporte popular, para muchos jóvenes de las regiones más pobres del mundo es la única manera de aspirar a una vida mejor. La porra es una de las partes importantes dentro del mundo del futbol; son las que hicieron grandes a los equipos y mantuvieron vivo el negocio del deporte, cuando todavía no se lograban los grandes acuerdos comerciales y de transmisión televisiva de los encuentros. Pero las porras (como se le conocen en México), siguieron un camino distinto al que tenían en un principio y que hizo grande la afición a este deporte. Hace aproximadamente cuatro años, en México comenzó un fenómeno que hasta ese entonces era exclusivo de Europa y Sudamérica: las barras bravas o grupos de animación que se concentran en ciertos lugares establecidos de un estadio de futbol y se distinguen por los cánticos y la violencia.Las barras bravas tienen su antecedente en Alemania e Inglaterra, siendo los más famosos los Hooligans: grupos de jóvenes que bebían de más, antes de entrar y dentro de los estadios. Sus cánticos estaban basados en pensamientos bélicos y racistas, de manera que el futbol fue el pretexto para expulsar la violencia y el resentimiento social. En realidad no eran verdaderos aficionados al futbol.
El futbol como en Argentina
Porra irreverente Peleando |
En Argentina las barras bravas han tomado el control de los estadios de futbol, gracias a la violencia que ejercen en las tribunas. Los cantos y los bailes, una buena idea de estos grupos, degeneraron en golpes y faltas de respeto hacia las familias asistentes. Actualmente en Argentina no se puede acudir con la familia al estadio.En México estamos padeciendo un proceso similar. Los viejos grupos de animación están perdiendo terreno ante la violencia de algunas de las barras que se formaron hace aproximadamente cinco años. La primera de la que se tuvo noticia en primera división fue la Ultra Tuza (barra de animación del equipo Pachuca), creada en diciembre de 1994. Cuenta con 1080 aficionados y cien cantos de apoyo al equipo. Después otras porras empezaron a copiar los cantos y a separarse de los grupos tradicionales, formando así sus propias barras. El caso más claro es la formación de la Rebel de los Pumas de la Universidad, que en un partido de la UNAM contra el Celaya se separaron de la tradicional porra plus y pusieron en práctica cantos copiados de la Ultra Tuza y de las barras argentinas. Ahora la Rebel ocupa un espacio más grande en las gradas del estadio olímpico universitario. De esta manera surgieron la Monumental, de las Águilas del América; y la Irreverente, de las Chivas rayadas del Guadalajara.Uno de los problemas de las barras (aparte de la violencia mencionada), es el hecho de que los cantos y porras cada vez se hacen más similares a los cantos argentinos, al grado de que en lugar de usar la palabra tú dicen vos. Esto, lejos de ser una asimilación de la lengua, es reflejo de la falta de identidad de los nuevos aficionados al futbol, quienes están más preocupados por ser argentinos que por apoyar un equipo. El peligro radica en que el comportamiento de las masas, combinado con la falta de identidad, genera una doble crisis que causa incidentes como los que se dan en todo el mundo.
La violencia en los estadios provoca que las familias ya no puedan ser partícipes de este deporte y tengan que verlo por televisión, lo cual beneficia a las grandes cadenas de pago por evento. En Argentina el futbol se transmite por televisión de paga, y es lo que está a punto de suceder en México. Es necesario que tomemos conciencia del peligro que puede generar la violencia en la tribuna de cualquier deporte; y que las mismas porras o barras se den cuenta del poder de convocatoria e influencia que tienen para tener un futbol alegre, competitivo, libre y sin violencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario